Brezo común Calluna vulgaris
Aunque el brezo está en
flor prácticamente casi todo el año, corresponde su máxima
floración a los meses de verano, hasta septiembre y octubre. Las
flores son muy pequeñas, alcanzando la corola solamente una longitud
de dos a tres milímetros.
El néctar se halla
oculto en la base de la flor y es segregado por ocho finos
abultamientos o nectarios que están situados entre las bases de los
estambres.
Normalmente la flor de
brezo segrega néctar a temperaturas demasiado bajas, probablemente
inferiores a las que las abejas necesitan para volar.
Se considera a la miel de
brezo como un mal alimento para las abejas, y propensa a producir
disenterías a causa de su elevado contenido en proteínas o gran
cantidad de polen que tiene, el cual se acumula en el intestino del
insecto, que no siempre puede evacuar durante los fríos meses de
invierno.
La miel de brezo
constituye por sí misma una clase, pues posee muchas características
que la distinguen de otras mieles, tanto es así, que es muy
solicitada y por muchos es considerada como la mejor de todas,
alcanzando precios más elevados que otra miel, aunque, no obstante,
algunos paladares no gustan de ella por su fuerte sabor.
Su color es obscuro o
castaño rojizo de un matiz un tanto brillante, y una infinidad de
burbujas de aire que se han introducido durante el prensado le
confieren un aspecto peculiar.
La auténtica miel de
brezo no granula, pero sí puede hacerlo si está mezclada con otra
miel, incluso la del brezo gris (Erica cinerea), que usualmente se
halla en los brezales. El sabor y aroma son muy especiales y si un
recipiente con buena miel de brezo se destapa en una habitación
caliente, pronto podrá notarse su olor.
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