Lavanda o espliego (Lavandula angustifolia)
Es cosa sabida y vulgar que las olorosas flores azules del espliego son siempre motivo de gran regocijo para las abejas, lo mismo que la zumbadora alegría que acompaña a sus viajes. Los mejores meses para la flor de la lavanda son junio, julio y agosto, dependiendo del lugar, segregando entonces abundante néctar que se acumula en el fondo de la flor, protegido por un anillo de pelos. El tubo de la corola suele ser de unos seis milímetros de largo, es decir, una longitud muy adecuada para la abeja colmenera.
El espliego necesita para su desarrollo un terreno a pleno sol, y mejor si es ligero o calizo y seco, condiciones que se cumplen en muchos lugares del sur de Europa, donde la planta, en estado silvestre, cubre muchas hectáreas de terreno y proporciona miel de buena calidad.
En algunos lugares se cultiva a veces el espliego en gran escala con destino a la industria de perfumería, y ofrece así buenas ocasiones de aprovechamiento a los apicultores de las cercanías, aunque no demasiado buenas, pues desgraciadamente las flores han de cosecharse cuando están en toda su pujanza.
El espliego es planta abundante en España, siendo varias las especies suyas que se encuentran silvestres, de las cuales podemos citar como más corrientes la L. vera, L. spica y L. latifolia, aparte de la L. stoechas o cantueso, que también tiene un papel importante en la flora melífera de muchas regiones españolas.
En los terrenos donde se encuentra el espliego, abundan asimismo otras muchas labiadas, siendo la miel que se cosecha una mezcla de todas ellas, sin que, en realidad, predomine ninguna; no obstante en la provincia de Teruel sobresale el espliego y comunica sabor y olor característicos a la miel.
La miel es de dolor ámbar claro, de aroma muy agradable y granula con un grano tan fino y suave casi como la mantequilla.